Constantemente agradezco a Dios por mi algoritmo de Youtube. Soy de esos individuos fanáticxs del true crime, escucho podcast, veo documentales, videos en internet, libros. Tengo en mi cabeza un acervo completamente innecesario de casos macabros e inexplicables donde la psique humana desata una capacidad de destrucción impresionante. Una parte de su encanto radica en la complejidad de los perpetradores de estos crímenes, la curiosidad que atrae las situaciones límite y las condiciones que propiciaron estos eventos. Sin embargo, desde que tengo memoria, un caso de crimen real que me impactó y que alimentó mi tierna curiosidad –porque decir que es mi favorito tiene, por ende, una connotación de glorificación a la cual no es adecuado llegar– es en definitiva los asesinatos Tate-LaBianca.
En el año 1969 en Los Ángeles, California, una secta denominada como “La Familia” liderada por el cantautor frustrado y ex convicto Charles Manson, ingresaron al hogar Tate-Polanski donde asesinaron a un total de cinco personas –entre las cuales estaba la It Girl de la década de los sesenta, Sharon Tate quien tenía ocho meses de embarazo–. “Hagan algo tenebroso” habían sido las órdenes directas de Manson, de esa manera es que se puede describir la escena del crimen. Al día siguiente volverían al mismo vecindario y asesinarían en misma configuración a la pareja LaBianca, dueños de almacenes.
Ignorando el aspecto morboso que podría atraer al usuario en primera instancia, lo que hace a este crimen único por sobre otros de su mismo calibre no es sólo su carácter destructivo, sino, un vistazo a la realidad de la juventud en los años 60 y el final de la cultura hippie.
Para poder entender el porqué de los asesinatos Tate-La Bianca es imperante entender primero la existencia de La Familia Manson y cuál era su rol en el contexto de la década de los sesentas.
Drogas, sexo y libertad eran los estandartes de la cultura hippie que tenía como cede todo el área de California siendo la ciudad principal San Francisco. A diferencia de sus padres –posibles sobrevivientes de la segunda Guerra Mundial, conservadores y patriotas– la subcultura hippie se revelaba contra todas las instituciones que vulneraran la libertad y lavida, tales como el Estado represor, el capitalismo y la milicia. Protestaban en contra de la Guerra de Vietnam a diferencia de sus antecesores, cabía ya en su conciencia que el “Sueño Americano” era un sueño y no para todos los Estadounidenses de clase media. Dentro de este marco es que en 1967 Susan Atkins, Leslie Van Houten, Patricia Krenwinkle y Tex Watson abandonan sus vidas suburbanas para convertirse en miembros de “La Familia”.
En pleno 2020 nos cuesta trabajo entender por qué. En primera instancia porque “La Familia” no es lo que nosotros imaginamos cuando pensamos en la palabra‘secta’ y se nos viene a la mente gente con túnicas, haciendo sacrificios y suicidios masivos. Planteado como lo fue en su momento, era un suceso completamente normal y hasta cierto punto, de aspirar para la juventud hippie de 1960: un grupo de personas jóvenes –blancas, obviamente– viviendo en un rancho que solía ser un set de películas tipo Western, explorando su sexualidad y el uso recreativo de psicodélicos, huyendo de la incertidumbre de un mundo polarizado por la Guerra Fría y avenientes declives económicos. Manson no agarraba adolescentes que estuviesen conformes con trabajos de escritorio y un matrimonio con hijos. Ponía el ojo en aquellos jóvenes que, dadas las circunstancias del mundo caótico y cambiante –la década estuvo llena de amenazas nucleares, huelgas estudiantiles, movimientos por los derechos civiles–, la incertidumbre debilitaba sus vínculos sociales al punto de que buscaban sentirse parte de algo. Es fácil dejarlo todo cuando sientes que no tienes nada.
De esta manera podríamos malinterpretar a lxs actores de estos eventos como niñxs bien que cayeron en las drogas y decidieron matar gente de manera completamente aleatoria, cuando en realidad, la política y las condiciones sociales de su entorno jugaron un papel no sólo vital sino determinante. No se puede negar que tienen un trasfondo común –adolescentes blancxs clasemedierxs– y al escuchar las entrevistas se puede ver que el tema recurrente del porqué de sus acciones es el sentimiento de desesperación. Querían ser vistos más allá de lo que estaba establecido,amas de casa y oficinistas, pertenecer a algo más grande y significativo. Algo que trascendiera el miedo inminente de una guerra nuclear, el terminar exactamente como sus padres, el quedarse varadxs en la ciudad en la que nacieron.
El problema fue que esa misma incertidumbre es la misma de la que se alimentan todas las sectas y cultos.Como humanos e inherentes seres sociales buscamos pertenecer de una u otra manera. Tanto a la cultura imperante como a alguna contracultura. Y esta misma necesidad de pertenencia es tan fuerte como peligrosa. La incertidumbre adolescente en manos equivocadas,junto con ideas fatalistas del fin del mundo –una guerra racial presagiada por una rolita de los Beatles– exponenciada por el uso constante de psicodélicos y un líder con complejo de mesías, puede llevar a seres vulnerables a violentas máquinas de destrucción.No tanto como “el ser es bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompe”, sino “el ser es neutral y en situaciones de desesperación hará lo impensable”.
Ex miembros de la familia cuentan todos los métodos de manipulación de Manson y tiene completo y total sentido.No se hablaba de la vida antes de la familia –erradicar la identidad más allá del grupo– no habían relojes, los viajes de ácido eran obligatorios y tenían como fin convencer a los miembros de que Manson era el hijo de Dios encarnado –líder extremadamente narcisista y ególatra–, mimetización de la la razón individual y la razón grupal. Podría describirse como una pertenencia patológica a un grupo. O sea, una secta.
Y es través de esta manipulación que era completamente razonable para estos agentes, su pertenencia, la catástrofe aveniente, el ídolo que hablaba.
La década de los sesentas acabó esa noche de Agosto de 1969. Con el asesinato Tate-La bianca murió el movimiento hippie en California y cesó lo groovy. Hubo un cambio dramático en el tono de la década, el miedo y la incertidumbre no sólo se expandió por la población joven sino que se potenció.Muchas veces olvidamos lo confuso que es ser joven.
Saber que hay una expectativa de lo que tienes quehacer, lo que tienes que ser antes de cierto punto de tu vida. Complacer a aquellxs que proveyeron tu educación, estar en el mismo nivel que tus pares, saber si te casas o no, si tendrás una familia o no. Integrarte a ciertas dinámicas económicas, sociales, políticas. Es desalentador un panorama que no entiendes, ¿cuál es el punto de invertir en un futuro incierto? En este tiempo ni siquiera sabemos si tendremos un planeta o no.Pertenecer, no pertenecer, hacer dinero, estudiar–¿dónde queda el ser en todo esto?
La población joven –por más absurda que suene la problemática– es la que más está en riesgo de pertenecer a una secta. Por nuestra búsqueda de sentido más allá de los cánones establecidos por la determinada sociedad en la que nos toca desenvolvernos,por el miedo a lo incierto, por la necesidad de buscarnos explicaciones a cosas que nos dan miedo. A la incertidumbre de ser jóven.
Sin duda el asesinato Tate-LaBianca es un trágico resultado del uso indebido de ésta incertidumbre. De la manipulación, el uso violento de los psicoactivos para vulnerar la voluntad de otrxs, el miedo al futuro como persona joven en un mundo que constantemente se encuentra en caos.
No es una manera en la que trato de redimir a los actores del suceso. Todos ellos llevan más tiempo tras las rejas que el tiempo de vida que tuvieron en libertad, pero es importante entender que las cosas no suceden de manera aleatoria. Es importante, sobretodo en tiempos como estos, prestar atención a nuestros propios miedos e incertidumbres y poder co-existir con ellos, fortalecer nuestros vínculos sociales, entender que deuna u otra manera pertenecemos ya a algo.
O en otras palabras, evitar ser parte de una secta.
Celeste, como el color. Estudio Sociología en la UNAM y me especializo en Estudios de Asia. Tengo 20 años y constantemente me hago la misma pregunta ¿Se podría hacer un análisis sociológico de esto? La respuesta, para mala fortuna de los que me leen, siempre es sí.
Muy interesante mi niña, quizá como padres en esta época ya nos enfrentamos a otro tipo de manipulación y esta quizá sería la electrónica , la era digital nos ha sobrepasado a algunos, junto con las redes sociales, los llamados ” influencers” y las familias cada vez menos integradas.
El entorno social donde los jóvenes se mueven, desde mi punto de vista en esta época es muy limitado
es decir ya no “socializan” hay smart phones, tablets, y un sin numero de aparatos electrónicos que los limitan a la socialización en pantalla.
te quiero mucho te leo en la próxima